El violín es un instrumento de cuerda de origen italiano, el más popular de todos los instrumentos. Sometido a varias transformaciones, desde sus orígenes en las violas medievales, el formato actual es protagonista en las orquestas, grupos de cámara, etc. y, salvo el piano, es el instrumento para el que más piezas solistas se han compuesto. La característica sonoridad del violín, con su timbre alto, constituye la columna vertebral de las orquestas sinfónicas junto con el resto de elementos de cuerda (viola, contrabajo y violoncelo).
Era tal la importancia de este instrumento en los siglos XV y XVI que existía un oficio, el de violero o luthier, que construía, ajustaban y reparaban este tipo de instrumentos. De entre todos ellos destacó Antonio Stradivari, más conocido como Stradivarius, cuyos violines hoy en día suenan con un timbre imposible de reproducir.
La extraordinaria sonoridad de un Stradivarius se debe a varios factores:
- La edad del instrumento: el violín debe madurar y ser usado durante muchos años para que la sonoridad sea perfecta.
- El barniz con el que cubría la madera: aún hoy se desconoce uno de sus componentes, además observado al microscopio muestra una disposición ondulada que permite que el timbre sea más uniforme y claro.
- La densidad de la madera: se debe a que en esa época se produjo un período de fío extremo, «la pequeña edad de hielo», en la que los árboles crecieron a menor ritmo.
Sea cual sea el motivo, es una delicia escuchar uno de estos instrumentos en manos de un virtuoso: